Marzo-Abril, 2003-Me cuesta tanto dejarte

Ya no está el Ferry. En su lugar, un imponente puente une las dos costas a las que nos tenía acostumbrados el Ferry. Hay una carretera nueva y alrededor quedan secuelas de las excavaciones que se hicieron para obtener piedra caliza.

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Mientras hago un alto en el camino, Sofía se percata de que está sola a la orilla de la carretera e intenta correr hacia mí. 
Un día cualquiera nos despertamos hastiados del calor de Guanacaste y decidimos ir montaña adentro en busca de una esperanza y nos embargó una tremenda alegría cuando en medio de haciendas nos encontramos con una exquisita poza que nos llenó de frescura. 
Recuerdo que me fui con mi cuñado a las playas por cuestiones de su trabajo. Me costó tanto dejar a Sofía, verla aferrada a mí sin quererse apartar. Ese día descubrí novedades impresionantes de mi país.

Había una playa escondida que no tenía accesos hacia ella más que bajar por un risco pedregoso; sin embargo, la belleza de aquellas aguas era tan exótica que uno tenía que intentar llegar allí.

Descubrí un camino que corría ladera abajo y me animé a seguirlo yo solo mientras mi cuñado y Pipo medían terrenos. Cada paso que daba me llenaba de expectación. Yo quería llegar a la playa. Me hubiera gustado tanto que Sofía estuviera allí.
De repente, el camino acabó. Allí enfrente estaba el impresionante mar pero...Oh no!! El camino terminaba en medio del acantilado, todavía quedaba terreno por bajar y al asomarme descubrí cuán riesgoso era. Aún así, lo intenté.
No tenía en mente otra cosa que no fuera alcanzar la playa. De repente se convirtió en una obsesión, porque, estando allí, tan cerca de ese verdoso líquido, no era posible no alcanzarlo.
   
Pero me quedé a medio camino. De un momento a otro me encontraba sin rumbo. No tenía opciones para avanzar ni retroceder por lo que fui sintiendo ciertos indicios de temor. A como pude, me aferré a raíces de árboles y subí de nuevo, alejándome de la meta que quería alcanzar. Es mejor que Sofía no estuviera, me hubiera visto fracasar.
Ya en lo alto, supuse fácil bajar hasta esa playa que se observa tan accesible, pero no era así. Solo me quedé con el esfuerzo.