Sábado 21 de julio, 2001(Un atardecer violento)
Estoy en Guanacaste. Nos vinimos ayer junto con mi madrina Carmen. Apenas amaneció escuché que me cantaban: "Cumplemeses feliz, cumplemeses feliz, cumplemeses Sofía que los cumpla feliz" y es que estoy cumpliendo 6 meses de edad, lo que es lo mismo medio año, lo que significa como diría papá, que desde que yo nací la Tierra ha dado media vuelta alrededor del Sol. En otras palabras, por más que he vivido todavía no conozco o no he experimentado existir en la mitad de la ruta que sigue la Tierra alrededor del Sol en su eterno viaje. Eso puede que no sea significativo pero es algo así como que apenas conozco la mitad del camino cósmico que voy a recorrer una y otra vez durante todos los años de la vida que yo viva.
Me siento un poco filosófica hoy pero es que no me puedo limitar a esquematizar la vida sobre los aspectos concretos que me rodean vida habiendo tantas abstracciones que no se ven sino que tienen que ver con lo que una siente por dentro y es aquí donde me cuesta concebir el concepto de vida y más aún, de vida racional. Mi abuelo ha decidido comerse un chancho para celebrar mi cumpleaños y aunque estábamos invitados a presenciar el espectáculo completo, papá se ha escapado a escondidas conmigo y me ha llevado a un cañal y a unos corrales, lejos de la escena. Cuando regresamos ya todo ha pasado. Estoy tranquila, lo sigo estando desde que nací, papá es consciente de que debo estar tranquila y en cada detalle que vivimos tiene presente ese precepto y hace hasta lo imposible porque sea de ese modo. Con ello he aprendido que parte de la racionalidad de las personas está en la conciencia que tengan sobre lo que les rodea.
Me gusta mucho cuando vengo a Guanacaste (Nandayure) donde mis abuelos porque se respira un aire diferente, hay más libertad en el ambiente. Después de que se llega al centro de Nandayure hay que subir hasta un cerro desde donde se ve un panorama espectacular que incluye una vista al Golfo de Nicoya. Papá dice que dentro de un año será mejor porque pronto concluirá la construcción del puente Tempisque que tanta falta nos hace, ya que perdemos mucho tiempo haciendo fila en el Ferry.
Por la tarde han llegado a invitar a papá para jugar un partido de fútbol pero él no juega desde hace como 5 años (Los años que tiene de casado por lo que de ahí se desprende que el matrimonio cambia el estilo de vida de algunas personas). Igualmente papá se prepara y se va a jugar. El juego no tiene mayor relevancia aunque papá se haya hecho dos goles. Lo impresionante llegó a las 5:40 de la tarde y no sé cómo explicarlo. En mi mundo y a mi manera le hacía barra a papá cuando de repente noté que la textura de la tarde comenzaba a cambiar, no le di importancia porque nadie parecía percibirlo hasta que vi a papá que se alejó un poco de la cancha y se quedó mirando el horizonte, fue entonces cuando comprendí que efectivamente algo diferente estaba sucediendo. Todo el alrededor se tiñó de un color anaranjado encendido y las sombras que proyectaban los árboles de las montañas cercanas eran muy oscuras y vivas. Para las demás personas esto parecía muy común, para papá no. Estaba como hipnotizado y yo también. Si él estaba sintiendo lo mismo que yo entonces puedo asegurar que se sentía inmensamente feliz y dichoso porque es justo como yo me sentía al mirar ese atardecer que se estaba dando y que nunca había presenciado antes. El Sol fue desapareciendo en el horizonte y los colores poco a poco fueron cambiando, lo que me hizo entender que nada es para siempre, bueno, esto es muy relativo, así que a mi edad "nada es para siempre" es una expresión con delimitaciones muy estrechas. Ante este espectáculo pienso en toda la vida que tengo por delante. Papá me ha imaginado en todas las presentaciones posibles, lo ha contemplado todo porque el considera las probabilidades. Me ha imaginado como cantora, pintora, poetiza, gitana, bohemia, soñadora y cuando por la mente le pasa lo de científica mirando las estrellas, no puede evitar que una sonrisa le invada la vida. Luego me imagina como una pastora cuidando ovejas en una extensa llanura con una casa pequeña a lo lejos, pero igual es muy abstracto y subjetivo en sus apreciaciones, al punto de que cuando me imagina en el futuro, sigo teniendo mi rostro de bebé.