Crónicas de Sofilandia XIV
Asunto de pañales 6-11-2002

Con un año y nueve meses Sofía es hermosa, hermosísima. No sé cómo explicarlo, es más, sería más sencillo explicarle a un no vidente cómo es el color blanco. Yo le diría por ejemplo que es como el aroma de un lirio. Sí, un precioso lirio en pleno mes de mayo, pero...Sofía...no me canso de mirarla porque al hacerlo es como presenciar mil planetas en conjunción. Por eso no desperdicio los miércoles por la noche, cuando Xe va a clases. Por un lado ella se va y por otro Sofía y yo alistamos maletas y nos vamos a la calle, que generalmente es un lugar de esos donde los niños se vuelven locos con las hamburguesas y los juegos. Y es que ya ella entró en ese mundo tan abominable para mí tiempo ha, cuando Sofía ni siquiera era un proyecto.

Lo primero que hacemos es ir directamente a los juegos para niños, se quita sus "papos" y se encarama en todo lo que puede, mientras yo, al igual que algunas madres que generalmente se encuentran por allí, espero pacientemente.

Luego, cuando menos lo espero ella se cansa de jugar, ahora quiere papas y nos dirigimos al mostrador donde compramos papas, nos arrinconamos en una mesa del fondo y pasamos un buen rato. A decir verdad pasamos un estupendo rato, algo que de seguro será inolvidable por el resto de mi vida, igual que tantas otras cosas que he vivido con ella.

Sin embargo, el miércoles pasado fue diferente, pasó algo de eso que sólo a veces pasa y no a cualquiera le pasa y en muy pocos lados pasa. Sofía estaba jugando, allí, enmarañada entra tantos otros niños. Mi cautela siempre, más que su seguridad por los peligros que la puedan rodear, se debe a los niños varones que la puedan rodear. Y es que a estas alturas de la historia humana uno ya ni sabe cómo se comportan las nuevas generaciones.

En un momento dado Sofía se acercó a mí, con sus ojitos pelados de par en par y una carita de desconsuelo e inmediatamente capté que algo no andaba bien y observé todo el alrededor buscando pistas entre tantos niñitos que pasaban a nuestro lado correteando.  De pronto mi olfato captó un olorcillo desagradable y al momento lo supe. Mi niñita venía a decirme que algún bebé de los que allí andaban había hecho de las suyas y por lo tanto era un peligro inminente que anduviera en esas condiciones. Esperé unos segundos para ver si acaso la madre o padre de ese niño advertía la situación y lo sacaba del lugar para que no perturbara la diversión de los demás, pero nada. Miré a cada uno de los niños. Era muy probable que el pecosillo fuera el "obrado" así que lo tuve entre ojos por varios segundos. No cabía la menor duda, le costaba caminar bien, señal inequívoca de que estaba incómodo con su pañal.

Yo me exasperé un poco. Cómo era posible que los padres no se dieran cuenta!. Y si aún dándose cuenta de la situación lo dejaban igualmente jugar así, sin hacer nada? Eso no podía ser, de modo que opté por buscar a los padres y dar aviso.

- Disculpe señora, es usted la madre de ese bebé?

- Sí claro, porqué.

- Sí, lo siento, pero mi niña me ha advertido que su bebé necesita un cambio de pañales.

- Cómo?

- Un cambio de pañales...cómo decirle...me refiero a que su bebé echó "caquita" y usted sabe cómo son los niños, puede embarrar a mi bebé.

- Disculpe caballero, usted está equivocado.

- No, de hecho hasta aquí llega el olor, no lo siente?

- Ahora que lo menciona sí que llega un olor fétido, pero no se trata de mi bebé.

Entendí que iba a ser difícil entrar en razón con una mujer así. Por amor propio o por lo que sea no daría su brazo a torcer. Así que inteligentemente dejé la discusión allí y me fui directamente a conversar con la encargada de cuidar el área de juegos.

- Disculpe muchacha, pero solo quería decirle que aquel carajillo está "cagadito" y va a hacer un embarrijo por todo lado. Parece que la mamá no quiere entender.

- Oh, iré a ver de qué se trata.

Vi que las dos mujeres hablaron mientras Sofía intentaba seguir jugando, pero era de esperarse que estaba incómoda con la situación y yo la entendía. No entiendo cómo los demás niños no captan el ambiente pestilente en el que están, en cambio Sofía sí, ella es tan lista. La muchacha regresó.

- Disculpe señor, según parece todo está en orden con el niño que usted señala y las otras mamás aseguran que sus bebitos está limpios.

- Ah, de modo que ahora resulta que no hay culpables, todas se cubren con la misma cobija

- Señor qué le pasa?

- Sí, sí, perdone, es solo que quiero que mi hijita juegue en un lugar limpio, donde no corra riesgos, pero según parece, son cosas que a nadie le importan. Miré, mejor dejémoslo así, mi beba y yo nos vamos, aquí se quedan los olorcitos y los embarrijos y todos quedamos contentos, qué le parece?

- Bueno, si usted lo dice

Tuve la intención de seguir con la discusión pero opté mejor por tomar de la mano a Sofía y salir de allí. A la salida del lugar vimos la acera de enfrente. Siempre hay una acera de enfrente donde está ubicada la competencia de cualquier negocio, así que sonriendo miré a mi niña y le dije:

- Ves mi amor? No hay problema, allí también hay juegos, así que vamos porque la diversión nos espera.

Justo cuando iba a entrar al área de juegos una mujer se acercó a nosotros:

- Disculpe señor, pero no pueden entrar

- Qué?

- Son las reglas usted no puede entrar porque...

- Ah sí, porque bla bla bla bla, no me diga nada. Si todos ustedes son lo mismo, debí suponerlo, un monopolio más. Seguro la mujer del frente la llamó y... debí suponerlo. Vamos Sofía, luego te explicó

Realmente ardía en rabia, qué le pasa a esta gente? Justos pagamos por pecadores. Qué tiene de malo denunciar las condiciones insalubres en que se encuentra un niño? Basta con que su madre vaya, lo limpie y le cambie sus pañalitos. Eso yo lo hago constantemente en la casa, jamás permitiría que mi bebita estuviera en esas condiciones en un lugar de esos donde los niñitos llegan a divertirse y luego a comerse unas papitas. Por Dios qué está pasando?

En eso, una mujer nos hacía señas desde una esquina de la calle. Sofía dejó escapar un grito de contenta:

- Mamáaaaaa

Sí, era Xe que seguramente se había escapado de la U una vez más para venir con nosotros, así que corrimos hacia ella.

- Vieras mi amor, lo que nos acaba de pasar en esos lugares, pero nunca más, óigame bien nunca más vuelvo a traer a So..

- Pero qué es esto?

- Qué mi amor, qué sucede?

- Cómo qué sucede? No se da cuenta que mi chiquita está toda obradita? Desde qué horas no la cambia? Pero mire cómo anda sus piernitas todas embarraditas. Uyyyy Dios pero es que no lo puedo dejar solo ni un momento porque...Uyyyy Dios, qué calamidad con usted..